A finales de los años 20, Valencia conoce un periodo de revitalización artística. Las exposiciones, las conferencias y las reuniones constituyeron un acicate para la revitalización y dinamización de nuevas vías de producción artística. Emilio Varela (1887-1951), Genaro Lahuerta (1905-1985) y Juan Bautista Porcar (1889-1974) vivieron esta etapa de florecimiento en nuestra región, se vieron afectados por el conflicto de la Guerra Civil y conocieron una evolución marcada por su formación, su experiencia personal y sus referentes pictóricos. En ellos, el paisaje adquiere un particular protagonismo. Aunque se manifieste con temas y estilos diferentes, se puede percibir en sus cuadros un argumento similar de búsqueda introspectiva y esencial.
A partir de las enseñanzas recibidas de su maestro Joaquín Sorolla, Varela supo desarrollar una manera propia que se aproxima a las vanguardias. Los paisajes naturales o urbanos alcanzan una simplicidad formal y, al mismo tiempo, le permiten revelar en sus interpretaciones un sentimiento íntimo no exento de emotividad. La suya es una mirada sensible y extremadamente personal sobre la riqueza del paisaje alicantino que se ha relacionado en más de una ocasión con Azorín y Miró. El pintor castellonense Porcar, también escultor y arqueólogo, descubre en el paisaje un medio de investigación y expresión. Se movió, como otros paisajistas contemporáneos, entre pinares, marjales y montañas; sin embargo, quizás sean sus vistas urbanas las que encierran un particular interés. En ellas, las vías del tren, los postes telegráficos, los cables o las humildes viviendas de los suburbios dominan la composición, junto a sus imponentes celajes. En el ideario de Lahuerta, la luz, el color y la síntesis plástica son piezas esenciales del arte y de la poética que inspira sus obras. La definición del artista como puro ojo contemplante puede justificar que algunos de sus paisajes pierdan el nombre y la localización para recrear una composición anónima donde el cromatismo y el trazo de la pincelada son su razón de ser.
La exposición se dedicada a la producción paisajística de Porcar, Lahuerta y Varela, que es fruto de una profunda indagación pictórica que hizo madurar estilos que muestran, en su singularidad, algunos aspectos comunes. Son el testimonio de un relato vital y un itinerario sentimental que se describen a través de cada uno de los escenarios naturales o urbanos. Todos ellos constituyen un complejo mosaico de miradas que habla de una constante evolución formal, pero también de una admiración profunda por el género. Su producción ofrece un panorama de la riqueza natural de nuestras comarcas y localidades y son un retrato personal e íntimo del lugar al que pertenecemos. No está de más recordarlo de vez en cuando.